Notas sobre Fellini 8 ½ (1963) de Federico Fellini
Un silencio entre tantas imágenes, sonidos, palabras. Un
silencio necesario y buscado. Un silencio que en cierta forma es lo más próximo
que se puede estar de algo denominado como verdadero. Pero pese a ello, la
vida, el arte, la política, el espectáculo, se conjugan en la incertidumbre que arrasa con esas búsquedas, con
esas estancias de silencio. Un bullicio que recorre todo el film entre palabras
en diversos idiomas, rostros, personajes, imágenes, sonidos, etc., para
atravesar la realidad de un personaje, que es uno y muchos a la vez.
La
incertidumbre nace de la multiplicidad así como la certeza de la unidad. Se
pretende unidad donde por debajo sondea una fuerza múltiple, densa e
inquietante. Lo múltiple, sus trayectos, sus líneas, sus trazos, no son más que
un recorrido que se diversifica a sí mismo, se diferencia. Guido se diferencia
en sus sueños, presentes múltiples que se traman con los pasados diversos.
Guido es un personaje múltiple que evoca el pasado en un presente diverso. Es
un personaje de la diferencia. Está en medio de un film, haciendo medio film, a
medio vivir, entre lo que ve, siente, sueña, experimenta y cree.
Un personaje
de perversión, por su fuerza intermitente que no deja de atravesar y de tomar
decisiones paradojales. Un personaje que se asemeja a Don Juan, no solo por sus
permanentes referencias a los amores, sino por su figura desdoblada entre la
imagen de sí y de los otros que no cesa de devolver nuevas formas diversas de
sí mismo. Como Don Juan, Guido tiene infinidad de rostros, de afecciones, de
pasiones. Don Juan, perverso por su multiplicidad, por su arriesgada empresa de
atravesar las formas regulares de la personalidad, por su intensidad en el
amor, por amar infinitamente cada nuevo rostro.
Guido es un Don Juan venido a
menos, la rebeldía del harén, imprime las huellas de una vejez que se ha vuelto
el hábito de lo indecidible. Se presenta como una figura añeja, que no sabe
amar: un doble, una sombra de Don Juan. Y el film no se acaba, como no se acaba
la vida tras la muerte: un baile a ritmo de carnaval, que al final, se presenta
como la comunidad más íntima de los actores con el mundo que los transita.
“Mezzo” film es más que un film, por sus potencia activa de afectación, por el
sabor que se desprende de ese baile que reúne el arte y la vida por el
ritornelo de afectos que se deja llevar. Y ante semejante baile, irresistible
por cierto, Guido huye. Porque no queda más alternativa que huir. Huir es la
única manera de crear un nuevo mundo, de hacer brotar la vida en medio de lo
que asedia. La huida nos abre la vida y el mundo se va con ella.
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